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A partir de ahí la bajada, no exenta de resbalones y alguna que otra caída libre de riesgos importantes, pero de una gran belleza. El alumnado y acompañantes estaban alucinando con el paisaje que nos rodeaba a medida que caminábamos, donde la variedad de plantas y el colorido era la tónica dominante, siendo el gran protagonista el tajinaste, que da nombre a la ruta. Su floración estaba en su esplendor, con una gran variedad de tonalidades entre el blanco y el azul añil.
La bajada, que para muchos les supone un riesgo, para el alumnado fue una diversión, eso sí, muchos no están acostumbrados a caminar y les costó un poco más, pero todos llegaron a la meta. Eso sí, el camino se hizo un poco largo por las esperas y el tiempo no era nuestro aliado puesto que el alumnado tenía que llegar al cole a tiempo del comedor. Pero dentro de ciertos límites, se consiguió, algunos llegaron con aspecto de muy cansados, pero habiendo vivido una actividad que según sus manifestaciones les encantó.
En definitiva, el contacto con la naturaleza, las nuevas experiencias, los nuevos aprendizajes son un complemento importante y necesario para la formación integral de los niños y niñas. Nuestro colegio siempre está abierto a ofertar este tipo de posibilidades formativas abiertas al entorno.
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